Abre el preámbulo y el video introductorio de la Directiva INSPIRE con la motivación de su publicación; la necesidad de ordenar, regular, armonizar y, sobre todo, hacer interoperable la información geográfica con respecto a metadatos, datos y servicios, para que la toma de decisiones que han de realizar los actores públicos (o privados de forma indirecta) sea eficaz y eficiente. En definitiva, útil y práctica.
Los ejemplos son más que tangibles. Reaccionar con una respuesta espacial ante un desastre nuclear o la erupción de un volcán, cuyo nombre soy incapaz de pronunciar, ha de ser referente para la decisión que ha de ofrecer la Unión Europea.
¿Cuál es el resultado tras 15 años desde su nacimiento?
Seré franco. Ha sido accesorio. No ha sido clave para dar soluciones efectivas ante el desencadenamiento de las crisis y futuras crisis que vengan de cualquier índole. Mapas de seguimiento, imágenes de evolución sí, pero nada decisivo y clave que sirva para decidir. La información geográfica no es, ni ha sido un insumo crítico y obligatorio para la respuesta de las políticas públicas ni de la UE ni de sus estados miembros. De nuevo, ejemplos; la crisis originada por COVID19 y, ahora, la crisis energética multifactor originada por la aplicación de los Acuerdos de París, la propia pandemia y la actual guerra desatada en las fronteras de la Unión Europea nos han mostrado la realidad optativa de la respuesta que se ha necesitado de la información geográfica para la toma de decisiones.
Las Infraestructuras de Datos Espaciales no se han erigido como motor de ayuda directa, guste o no, en la aplicación, desarrollo y ejecución de las políticas públicas, desde su más amplio espectro. Es decir, no han sido relevantes si se atiende a que una IDE tiene cuatro componentes para ser útil; la política, la geográfica, la tecnológica y la social. Eminentemente, si la primera, la política, duda y no se cree ya no como mantra sino como realidad el paradigma IDE entonces deja de tener su sentido pleno y toda su ayuda como paradigma será accesoria y nunca será clave para llevar a cabo una reacción temprana ante una crisis en pleno siglo XXI.
Kühn dio al término paradigma su significado actual cuando lo definió como el conjunto de prácticas y saberes que definen una disciplina científica durante un período específico. En “La estructura de las revoluciones científicas” (1962) explica cuando un paradigma entra en crisis. ¿Cuándo entra en crisis? Cuando ante un problema, ese paradigma no da respuesta efectiva pero si la hay de nuevos corrientes surgidas en la fase de madurez del propio paradigma.
Esta es la simple y llana razón por la que las IDE han de ser evolucionadas por los gestores políticos y administrativos. A todas las escalas administrativas y en todos sus componentes:
- En el político. Actualizando convenios y alianzas. Tejiendo documentos legales prácticos y eficaces con un régimen sancionador que se lleve a la práctica a escala estatal, autonómica y local
- En el geográfico. Simplificando modelos y atendiendo a la realidad y rapidez vigente del sector geoespacial
- En el tecnológico. Atendiendo a las tendencias reales que dan soluciones espaciales de forma más rápida y efectiva a las necesidades públicas o privadas
- Y, ante todo, en el social agrandando el conocimiento geográfico de cualquier actor
Y aquí está el verdadero salto hacia adelante en estos momentos. En el conocimiento geográfico. La solución efectiva pasa porque las Infraestructuras de Datos Espaciales (IDE) migren hacia Infraestructuras de Conocimiento Espacial (ICE).
Dotarse de la “gracilidad” de un grafo de conocimiento espacial como evolución se convierte en una virtud para su implementación en la evolución del paradigma de las IDE. El valor añadido de la etiqueta geográfica a cualquier dato es exponencial ya sea directa (mediante un par o un conjunto de coordenadas) como indirectas (unidades administrativas, referencias catastrales o cualquier zona sujeta a notificación, planificación o reglamentación).
El valor añadido que agrega esas relaciones entre sujetos y predicados, entre claves y valores son potencialmente más significativas si se implementan. Por el simple hecho de las relaciones que se establecen ya sean de carácter semántico o geográfico, la información dejará de funcionar como temas estancos, tal como ocurre ahora, para funcionar como un sistema de datos abierto donde todo está interconectado como ocurre en la naturaleza o en las sociedades humanas civilizadas.
Las administraciones públicas tienen que acelerar en el reconocimiento del apellido geográfico como elemento obligatorio dentro del marco legal y su desarrollo reglamentario.
No ha de haber ningún impasse. La realidad no para y la información geográfica y sus actores han de pisar el acelerador para dar soluciones efectivas a la crisis actual o las futuras que vengan sean ambientales, energéticas, económicas y, sobre todo, sociales.
Rafael Martínez Cebolla es presidente del Colegio de Geógrafos de Aragón (España) y trabaja como geógrafo en el Instituto Geográfico de Aragón