En 1987 la editorial Serbal y el Consejo Superior de Investigaciones Cientifícas (CSIC) publicaron en Madrid la obra «Los Caballeros del Punto Fijo» de los investigadores Antonio Lafuente y Antonio Mazuecos, reeditada ese mismo año en Ecuador por la Editorial Abya Yala.

En sus páginas se narra el viaje impulsado por la Academia de las Ciencias de Paris en 1735, que dirigido por Louis Godin y La Condomine, y en el que se encontraban dos jóvenes españoles, Jorge Juan y Antonio de Ulloa, recorrió durante diez años la región de los Andes en la Audiencia de Quito, perteneciente al Virreinato del Perú (actual Ecuador). La misión principal de la expedición era resolver definitivamente la cuestión de la forma de la Tierra. Dos tesis contrapuestas eran discutidas con vehemencia en las academias científicas europeas: la Tierra estaba achatada por el Ecuador, teoría defendida por Descartes (1596-1650) y Francia frente a la tesis newtoniana abanderada por la Royal Society de Londres, que afirmaba que era en los polos donde se estrechaba. Y no era una cuestión menor, la forma exacta del globo terráqueo era fundamental en la navegación marina, pero también en la ciencia y la filosofía, además de tener fuertes implicaciones políticas.

Si en «Los Caballeros del Punto Fijo», Lafuente y Mazuecos nos relatan un viaje apasionante, en «La medición del Nuevo Mundo. La ciencia de la Ilustración y América del Sur» Neil Safier «opta por un enfoque social y material para la historia de la exploración científica» y su acierto es que no solo lo trata desde el punto de vista europeo y su monarquía ilustrada, si no que consciente de la importancia del contexto da voz a la perspectiva americana y destaca a lo largo de la obra la influencia de las formas locales de conocimiento.

Descubrimos también unos científicos ambiciosos y deseosos de ser reconocidos. Este afán de reconocimiento, olvidando atribuir las fuentes de sus observaciones y afirmaciones, esta en relación con algo que señala también Neil Safier, y otros autores anteriormente: la ciencia como espectáculo. Nunca antes un viaje académico se había vivido tan intensamente y de forma tan consciente. La forma de la Tierra era objeto de apasionados debates académicos, con lo que el viaje era una cuestión de prestigio político y las monarquías europeas editaron, con sumo cuidado y eligiendo a los mejores impresores, ilustradores, grabadores, etc, gran número de mapas y publicaciones oficiales, a la vez que la expedición fue también objeto de recepciones y homenajes a sus integrantes, artículos en periódicos y hasta representaciones teatrales.

«La medición del Nuevo Mundo»

Estructura del libro

En los siete capítulos de «La medición del Nuevo Mundo», Neil Safier, recorre con un estilo cercano a la narrativa, pero siempre riguroso y documentado la producción y la transferencia del conocimiento científico en el siglo XVIII, algo que finalmente seria una de las características definitorias del siglo ilustrado.

«La medición del Nuevo Mundo» comienza fijando la mirada en los monumentos piramidales erigidos en Quito para conmemorar los resultados de las mediciones académicas, otra forma más de comunicación y promoción de la expedición (y de la ciencia). En el segundo capítulo narra el descenso de La Condomine por el Amazonas y como este realizó la transferencia del conocimiento local a Europa, aunque olvidándose de las contribuciones anteriores de jesuitas, criollos y amerindios, que incluyó como suyas. En los capítulos 3, 4 y 5 se centra en Safier algunas de las reacciones a la expedición que se produjeron en forma de manuscritos e impresos. Analiza las respuestas a diferentes publicaciones aparecidas después del viaje, la influencia de editores en las obras que se publicaron, la relación entre Europa y América y la cultura como arma arrojadiza... y nos acerca al ambiente intelectual y de pensamiento en la Europa del siglo XVIII. Los capítulos 6 y 7 se refieren a los usos dados a los hallazgos de la expedición, especialmente especímenes naturales y la ingente labor bibliográfica que se realizó para sintetizar toda la información generada, en obras tan icónicas de la Ilustración cómo L'Encyclopédie o Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers (1751).

Safier se acerca a un viaje apasionante en el que se mezcla aventura, política, ciencia, técnica y en el que describe una concepción de la ciencia como teatro, alimentada por el prestigio que suponía todo lo científico para los gobernantes, a la vez que descubrimos como «las culturas de la observación empírica se abrieron paso desde los Andes, descendieron por el Amazonas y cruzaron el Atlántico» para llegar a Europa. Y lo hace «tanto desde el punto de vista de una llanura cercana a Quito, como desde los salones cercanos al Sena».

Así que, si como escriben los editores del libro en la contraportada, lees por ahí que «La medición del Nuevo Mundo» explica cómo una combinación interacciones locales, rivalidades internacionales y ambiciones personales afectaron a la transferencia de conocimiento científico transatlántico, no te engañan, es verdad. Y si te gustan los viajes, la geografía, la cartografía y la historia de la ciencia no debes dejar de leer este libro.

Puedes acceder a un extracto del libro «La medición del Nuevo Mundo. La ciencia de la Ilustración y América del Sur» desde la web de Marcial Pons, editorial del libro

Ficha del libro

  • Autor/a: Neil Safier
  • Editorial: Marcial Pons (colección Ambos Mundos)
  • País: España
  • Fecha edición: agosto 2016
  • Precio: 30 euros
  • ISBN: 978-84-15963-75-2
  • Nº de páginas: 449 páginas
  • Idioma: español