Argumentos necesarios para justificar que mapa antiguo no es sinónimo de mapa histórico

Recurrimos en primer lugar a una obra de referencia, el «Multilingual dictionary of technical terms in cartography» publicado por la Asociación Cartográfica Internacional (ACI-ICA) que reflexiona sobre numerosas expresiones empleadas en el mundo de la cartografía y establece definiciones que afectan al colectivo internacional. Sus autores eran conscientes de la confusión que existía -en todos los países y en todos los idiomas- entre cartografía antigua y cartografía histórica y fueron tajantes: se considera antiguo (old map /archaic map) a «cualquier mapa que ya no sirve para el propósito con el que fue producido y que ahora tiene solo un interés histórico o artístico», mientras que un mapa histórico (historical map) es aquel que «representa características o fenómenos que existieron o que se cree que han sucedido en un periodo pasado de tiempo». Más claro: un mapa antiguo es aquel que está desfasado y un mapa histórico es aquel que, dibujado en un momento determinado, representa hechos o fenómenos de tiempos anteriores.

Es difícil precisar cuando aparecieron los primeros mapas calificables como históricos, pero en las primeras Geografías de Ptolomeo ya se incluía una tabla antigua de la península ibérica que reproducía las provincias romanas y a continuación un mapa actualizado que corregía la forma de las costas, eliminaba elementos mitológicos, rectificaba la posición de los ríos y trazaba las grandes cadenas montañosas.

Durante los siglos XVI y XVII, los principales cartógrafos flamencos mostraron gran interés por los mapas históricos. Abraham Ortelius fue pionero con la publicación de un atlas denominado Parergón, cuya primera edición se publicó en 1570 y de la que se hicieron varias impresiones hasta completar los 600 ejemplares. En esta obra se compilaban mapas históricos que acercaban al público el mundo clásico de Roma, Grecia, Egipto y sus mitos.

Mapa de España titulado Hispania Veteris Descriptio (1586)

Otro maestro como Mercator también se ocupó de este tipo de cartografía y es autor de un mapa histórico de la península ibérica como homenaje a Ptolomeo, con la paradoja de que jamás publicó, estando vivo, un mapa actualizado de nuestro territorio. Mapas antiguos e históricos han convivido en los atlas de todos los tiempos y algunos de ellos pueden alcanzar las dos categorías.

Los más respetados autores de tratados sobre historia de la cartografía -españoles o extranjeros- emplean la expresión «cartografía antigua» para referirse a los mapas del pasado, y tienen clara la diferencia entre un mapa antiguo y un mapa histórico. Cabe añadir que no hemos encontrado a nadie que afirme que pueden usarse ambos términos indistintamente, con la excepción de la Wikipedia: en la definición de mapa histórico explica que da lo mismo ocho que ochenta y que todo el monte es orégano. No se lo pierdan. Deberíamos rematar este apartado con aportaciones españolas, pero es difícil encontrar definiciones claras y contundentes en un mar donde predomina la confusión y se bailan ambos conceptos.

La importancia de usar terminología correcta

A partir de todo lo expuesto, podemos definir como cartografía antigua la que se conserva desde tiempos pasados y se ha quedado obsoleta en algún sentido, mientras que la cartografía histórica es la que representa aspectos y hechos vinculados con la historia. Desde perspectivas más cotidianas observamos que no hay exposiciones de bicicletas históricas, ni carreras de coches históricos: en este tipo de eventos solemos utilizar la palabra antiguo. Algo similar ocurre con los libros: en las ferias de libros antiguos se exhiben libros viejos -y a veces de ocasión-, mientras que las novelas históricas se refieren a hechos ocurridos en otras épocas, a veces cercanas, a veces lejanas. Por último, podemos recurrir de nuevo al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua donde se define como antiguo algo que «existe desde hace mucho tiempo», mientras que histórico, es algo «perteneciente o relativo a la historia».

El lector puede preguntarse ¿y es necesario darle tantas vueltas a este asunto? ¿Y si nos ponemos de acuerdo para decir que histórico y antiguo son sinónimos y se acabó el problema...? Lamentablemente no es posible llegar a un acuerdo, porque cuando los investigadores españoles publicasen sus trabajos en congresos internacionales estarían confundiendo conceptos que en otros países están claramente diferenciados. Sería mejor aclarar los términos actuales e incluso importar otras acepciones convenientemente traducidas. Una de ellas podría ser la de «early map» que se refiere a «mapas producidos antes de los primeros levantamientos de precisión, del área que representan». Es una expresión poco utilizado en el mundo hispanohablante (a veces se transcribe como mapa primitivo) que evita los límites temporales concretos e introduce como factor diferenciador el desarrollo de la técnica.

También hay otras lagunas e incoherencias que sería conveniente revisar: una de ellas consiste en establecer en qué momento un mapa alcanza la consideración de antiguo. La definición que establece el diccionario multilingüe incluye una variable temporal, pues indica que sirve «para describir mapas manuscritos o grabados producidos antes de mediados del siglo XIX», pero esta limitación excluye cartografías posteriores a esta fecha. ¿Qué ocurre con los mapas posteriores a 1850 que no encajan en la definición de la ICA, que ya están anticuados y que han perdido la utilidad con la que se concibieron? Habría que modificar los límites temporales y extender la categoría de mapa antiguo hasta tiempos más recientes, -tal vez la implantación de la fotogrametría en el proceso cartográfico-, e incluso inventar una nueva palabra para los posteriores. Hemos de tener en cuenta que en nuestros días la cartografía se queda obsoleta a una velocidad vertiginosa, y un mapa realizado hace apenas unas décadas puede considerarse antiguo.

A pesar de lo expuesto, muchos de los catálogos de mapas que se publican, tanto en España como en el extranjero, insisten en denominar al patrimonio cartográfico (otra expresión pendiente de matizar) como cartografía histórica. Parece que la acepción «cartografía antigua» está siendo desplazada por la de «cartografía histórica», aunque es difícil precisar la razón. Tal vez sus usuarios consideran que el término cartografía antigua es vulgar y procuran darle un toque más culto incorporando una palabra de mayor categoría. Puede ser producto del influjo de la informática, donde los ficheros antiguos se denominan históricos. Sea cual fuere el motivo, esta confusión está basada en el desconocimiento de la materia y muchos de los que usan la acepción «histórico» para referirse a un «mapa antiguo» han sido influidos por una cohorte de supuestos expertos, quienes deberían documentarse convenientemente. Cada disciplina tiene un vocabulario específico que hay que respetar y hemos de evitar que se mezcle y confunda con otras jergas profesionales.

Queda patente la necesidad de revisar la terminología utilizada en la cartografía española. No solo los términos más conflictivos (cartografía histórica, cartografía antigua, mapa primitivo...), también muchos otros (incunable, mapa exento, patrimonio cartográfico, cartoteca...). Por ello sería conveniente que la ACI-ICA actualizase el Diccionario de Términos Multilingües que fue redactado hace 40 años. Al mismo tiempo, debería abordarse la redacción de un Diccionario Multilingüe de terminología cartográfica para las lenguas de España, siguiendo los pasos de otros diccionarios técnicos. Además de la utilidad básica como diccionario, servirá para analizar y redefinir los términos asociados al proceso cartográfico.

Fragmento del artículo de Antonio Crespo, Ingeniero técnico en topografía y doctor en Geografía, publicado por la Revista Catalana de Geografía, nº 50, noviembre 2014
Otra lectura recomendada es este artículo que sirvió como punto de partida la actual publicación: CRESPO, A.; WYTTENBACH, A. F. (2011): «¿Cartografía antigua o Cartografía histórica?» Estudios Geográficos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Vol. 72, nº. 271, pp. 403-420