El 17 de julio de 1932, en Mendoza, Argentina, nacía un bebé llamado Joaquín Salvador Lavado Tejón, «Quino», que hablaba con acento andaluz hasta que con siete años descubrió que los que son buenos de verdad son los argentinos. Su carrera como dibujante humorístico se afirma en 1964, año que nace Mafalda, una niña que intenta resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes los malos en este mundo. A partir de 1973 Mafalda solo volverá aparecer esporádicamente para ayudar a los buenos y en 2020 Quino abandonaba este mundo después de haber sido parte de los buenos durante toda su vida.
En las tiras de Mafalda, que he devorado en mi adolescencia y acerca de las cuales me gusta pensar que influyeron en mi carácter, aparece un elemento de forma tan habitual, que podemos decir que forma parte de la iconografía de los dibujos de Quino, si, el globo terráqueo.
Una definición habitual del término mapa habla de una representación gráfica a escala de la superficie terrestre. Si esa representación esquemática de la realidad representa la totalidad de la Tierra y es en tres dimensiones lo solemos llamar globo terráqueo. Pero si lo que queremos entender es a la sociedad que habita esa Tierra, entonces podemos recurrir a Mafalda, el emblemático personaje de Quino. Al igual que el análisis por componentes principales en Teledetección, la técnica que resume los datos de un conjunto de bandas espectrales para evitar redundancias y carga de trabajo, Mafalda comprimía en sus preguntas nuestras preocupaciones e incomprensiones por esa sociedad de la que formamos parte y que tan ajena nos parece a veces.
Quino usaba el globo terráqueo para despertar nuestra curiosidad intelectual y hacer evidente nuestra vulnerabilidad. Con ese globo, uno de los elementos iconográficos más usado en toda la tira de Mafalda, nos salvaba a nosotros y al planeta.