«…Gracias, ahora ya tengo algo valioso para dejar a mis hijos…», expresión de una mujer de avanzada edad, que fue oída por un funcionario de la entidad encargada del proceso de titulación de tierras o tituladora, al realizar la entrega del citado título original, que viene como ningún otro, con las correspondientes firmas de autoridades supremas o en algunos países, con la firma de la máxima autoridad del país, como la del Presidente del país.
Este «acto», al parecer sencillo a los ojos de cualquier persona, es para un propietario de un predio, un motivo de gran alegría y festejo, pues ha recibido un valioso instrumento que su gobierno local o nacional le entrega, acreditándole su propiedad, la pertenencia del predio de donde él y su familia ya viven, trabajan e invierten desde hace muchos años, sin la tranquilidad o mas bien, conviviendo con la inseguridad y susceptibilidad de que en cualquier momento, alguien le podría arrebatar o quitar su supuesto «derecho propietario»; en suma, usurpar lo único y mas valioso que posee, como ya ha estado ocurriendo en algunos países...
Esta desdichada posibilidad, acaba definitivamente en el momento en que aparece la institución encargada de titular y le expresa al propietario del predio que dicho sitio, sitio que «le pertenece», luego de sobrellevar un trámite, recién podrá corresponderle legalmente, con lo que desde ese momento, es para el propietario del predio, un motivo más para que aumente su necesidad por participar en el proceso y luego «ver y tocar» su título de propiedad.
La etapa de titulación se constituye en la última de todo el proceso, proceso que es iniciado pocos meses antes con trabajos en campo y luego en gabinete, y que como se sabe, ambas instancias están compuestas por actividades técnicas y jurídicas como son: la medición, el reconocimiento de límites y colindancias, el respeto de usos y costumbres, la recopilación de documentación histórica y actual del terreno, la confirmación de la posesión legal o derecho propietario y fundamentalmente el verificativo del cumplimiento de la Función Social ó Función Económica Social, aspectos que juntos se convierten en un expediente o recurso, mismo que después de ser confrontado y aprobado, llega hasta las autoridades supremas (nacionales o regionales), en forma de un único documento o título para ser firmado y refrendado.
En consecuencia, este documento, representa muchas cosas juntas, pues, reúne varios aspectos y etapas que hacen se pueda comprender la enorme importancia del mismo.
Finalmente, la «Entrega de títulos», es también para cualquier funcionario de la institución tituladora, un acto enormemente emotivo y gratificante, pues no sólo se escuchan las frases al principio citadas, sino que también, se ven dibujadas caras de alegría de los propietarios de predios o vecinos del área, que también muestran sus ojos brillando de agrado, aspectos que favorecen a que ello, se constituya en el mejor «pago»” o incentivo por dedicar capacidades profesionales, humanas y hasta sociales en la causa de Titulación de Tierras.
Posteriormente, toda esta fugaz emoción queda para la anécdota y la historia, pues, luego de la entrega/recepción del título de propiedad, las partes participan del infaltable «agasajo» por el que desde ese momento, los vecinos o propietarios de predios, son depositarios del perfecto y pleno derecho de la propiedad de sus tierras y con toda la seguridad jurídica y técnica que ello conlleva.
Un artículo de Rafael Beltrán Ramallo (@RafoBeltran), ex Gerente Técnico del Proyecto Titulación de Tierras en Bolivia - BLTP